“…Esperaba ver a las golondrinas volando alrededor del caserío, donde hacen sus nidos colgados en las vigas de madera del portal de entrada, pero he llegado tarde. Las golondrinas ya han anidado, y junto con sus crías ya adultas se han reunido como todos los años en el cable de la luz, y con el rocío tempranero de una mañana cualquiera han partido hacia el sur, hacia África, para disfrutar de otra temperatura y otro paisaje…” Este texto, escrito a finales de setiembre de 2000, ya no tiene sentido. Las golondrinas ya no sobrevuelan el viñedo de Mendraka. No hay insectos suficientes para la manutención de sus crías, y han buscado nuevos parajes. Muchas pequeñas explotaciones ganaderas han desparecido, y la biodiversidad que estos animales generaban, sobre todo las moscas, ha descendido notablemente. Hay algo que no estamos haciendo bien… O, ¿también le culpamos de esto al cambio climático?